A raíz del suicidio de Samuel Rebollo, joven que "quedó libre" en las inferiores de Aldosivi, conversamos con Federico Czesli, candidato a Dr. en Antropología en IDAES e investigador sobre formación de futbolistas. "Es muy elevada la tasa de chicos que quedan libres todos los años y los que no alcanzan el profesionalismo", confirmó Czesli. Se refirió a la importancia de incorporar profesionales de salud mental, pero a las dificultades de implementarlo: "La cantidad de chicos dificultan que uno o dos psicólogos, si bien es un espacio esencial, puedan brindar una respuesta absoluta sobre este tema", explicó. También refirió a la importancia de que los gabinetes psicológicos no se enfoquen únicamente en el rendimiento deportivo, ya que esto puede dificultar que los chicos se animen a contar sus problemas, por miedo a que se los relacione luego con un bajo rendimiento en un partido. Sobre las posibilidades económicas de los clubes, Czesli habló de "las ligas del interior", del ascenso o ligas periféricas, donde "buena parte de los entrenadores, ayudantes y preparados físicos cobran muy por debajo de la línea de pobreza" y es poco factible incorporar allí trabajadores de la salud mental.
Luego, el especialista se enfocó en la idea de que "es el fútbol o no es nada" y de que "el fútbol es lo más lindo que hay", que nutren el imaginario de la mayoría de los chicos que entrenan durante largos años con ese único objetivo en la mente. "Lo que observo es que no todos los futbolistas vienen de sectores socioeconómicos bajos, si bien hay una tendencia. Lo cual significa que no todos tienen los mismos capitales económicos, sociales y culturales. Los que no vienen de sectores populares, estudian medicina o derecho, algunos, otros, la mayoría cuando siguen estudiando lo hacen en educación física o kinesiología. Pero hay un gran grupo de jugadores que si no es el fútbol, es conseguir un trabajo a secas".
Otro aspecto central para Czesli es la pérdida de otros intereses: "Para muchos de ellos, al ir enfocándose progresivamente en el fútbol, van perdiendo referencia de otros deseos u otros placeres posibles. En general, su carrera empieza a los cinco o seis años, pasan a un club de infantiles y luego a las juveniles a los 12 o 13. Muchos de ellos entrenan en ligas paralelas, y cuando tienen la posibilidad se prueban en algún club de AFA. El tema es que para poder competir, tienen que adaptar sus horarios de escuela y de vida al entrenamiento. Es muy exigente para el cuerpo".
Por último, el investigador refirió a la ausencia estatal: "En nuestro país no hay relación o involucramiento del Estado en la formación, porque se considera que es un proceso que se da en instituciones privadas". Destacó la importancia de que instituciones locales, como las municipales y otras entidades estatales puedan acercarse al tema.
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