#Editorial "MarcaPazos por @NANCYPAZOS " NADIE QUIERE PERDER" @La990Radio - 1138280990

Nadie quiere perder. Seamos sinceros y no la disfracemos: jugamos, nos arriesgamos para ganar. Ahora ¿el ganar nos convierte en ganadores y el perder, en perdedores? ¿Es tan terminante todo? Si volvemos a ver el partido de ayer entre Argentina y Brasil, sin saber mucho de fútbol me puedo arriesgar a decir que fue uno de los mejores de la Selección en la Copa América. Y perdimos. Y ahora no importa si VAR o no VAR; si el árbitro inclinó la cancha o esas dos pelotas que se estrellaron contra el travesaño. Perdimos. Es categórico. Quedamos afuera. Nos ganaron. Ya no importa si el seleccionado tiene la posibilidad de subirse al podio de los ganadores. El partido por el tercer puesto no lo va a ver nadie porque era la Copa o nada; la gloria o Devoto... ¿suena duro? Lo es. Y es peor aún porque muchísimas generaciones de argentinos se han formado en este concepto berreta y falaz que al no admitir grises no es un razonamiento. Donde todo es blanco o negro; gorila o peronista; reaccionario o progresista... hasta hombre o mujer. Es cierto que gran parte de las últimas generaciones se liberaron de estas falsas contradicciones y hoy educan a sus hijos, a sus hijas dentro de esa amplia gama de grises que existe entre el blanco y negro. En que el objetivo no sólo es el resultado sino los procesos. Una nueva generación que ya no educa en el totalitarismo del ganar o ganar sino en el riesgo de jugar y del jugarse y en todo lo que se gana tan sólo por eso. Por supuesto que los procesos son lentos y, muchas veces, son los mismos chicos los que enseñan a los padres. Sino, ¿por qué creés que en las canchas de barrio mientras los pibes que ganaron el partido abrazan a los que perdieron, sus padres son capaces de agarrarse a las trompadas por una cuestión de camisetas? Porque los chicos no están todavía contaminados y pueden ponerse en la piel del derrotado. Y aunque no lo sepan, al mezclar las lágrimas de emociones tan diferentes también se produce la solidaridad más genuina que existe. Todo muy lindo, me dirás pero anoche perdimos. Y sí, es cierto. Ahora habrá que saber qué hacen los que saben con esta derrota para que encima de perder, no haya sido en vano. Como te habrá pasado a vos en la vida misma, como nos pasa a nosotros todos los días. Leer más

Nadie quiere perder. Seamos sinceros y no la disfracemos: jugamos, nos arriesgamos para ganar. Ahora ¿el ganar nos convierte en ganadores y el perder, en perdedores? ¿Es tan terminante todo? Si volvemos a ver el partido de ayer entre Argentina y Brasil, sin saber mucho de fútbol me puedo arriesgar a decir que fue uno de los mejores de la Selección en la Copa América. Y perdimos. Y ahora no importa si VAR o no VAR; si el árbitro inclinó la cancha o esas dos pelotas que se estrellaron contra el travesaño. Perdimos. Es categórico. Quedamos afuera. Nos ganaron. Ya no importa si el seleccionado tiene la posibilidad de subirse al podio de los ganadores. El partido por el tercer puesto no lo va a ver nadie porque era la Copa o nada; la gloria o Devoto... ¿suena duro? Lo es. Y es peor aún porque muchísimas generaciones de argentinos se han formado en este concepto berreta y falaz que al no admitir grises no es un razonamiento. Donde todo es blanco o negro; gorila o peronista; reaccionario o progresista... hasta hombre o mujer. Es cierto que gran parte de las últimas generaciones se liberaron de estas falsas contradicciones y hoy educan a sus hijos, a sus hijas dentro de esa amplia gama de grises que existe entre el blanco y negro. En que el objetivo no sólo es el resultado sino los procesos. Una nueva generación que ya no educa en el totalitarismo del ganar o ganar sino en el riesgo de jugar y del jugarse y en todo lo que se gana tan sólo por eso. Por supuesto que los procesos son lentos y, muchas veces, son los mismos chicos los que enseñan a los padres. Sino, ¿por qué creés que en las canchas de barrio mientras los pibes que ganaron el partido abrazan a los que perdieron, sus padres son capaces de agarrarse a las trompadas por una cuestión de camisetas? Porque los chicos no están todavía contaminados y pueden ponerse en la piel del derrotado. Y aunque no lo sepan, al mezclar las lágrimas de emociones tan diferentes también se produce la solidaridad más genuina que existe. Todo muy lindo, me dirás pero anoche perdimos. Y sí, es cierto. Ahora habrá que saber qué hacen los que saben con esta derrota para que encima de perder, no haya sido en vano. Como te habrá pasado a vos en la vida misma, como nos pasa a nosotros todos los días. Leer menos